Era un niño con su abuelo, pregúntandole si no extrañaba a la abuela que ya se había ido y los había dejado solos,
el abuelo le dijo que no, porque él la sentia... en vida podía verle y hablarle, pero nada comparado a sentirla, era
distinto claro, hablar de la palabra "verdad" lograba disminuirle los rasgos.
Pero él, la sentía ahí, como si nunca se hubiese ido. Sabia que le acompañaba a todos lados como siempre, al mercado
o cuando leía el periodico, cuando regaba las plantas (ahora cumpliendo las tareas que eran de ella) pero sabía que
compartían el mismo tiempo, de otra manera.
Sabía que le tenía ahí, de alguna forma, expresándose con el brillo del sol o con la fuerza de la lluvia, simulando un
abrazo...
Ése día al nieto le creció la sonrisa, porque sabía que eran verdad todas las palabras del abuelo, él nunca sabía
mentirle.
Acompañó al abuelo al jardín y se acercó una mariposa a él y entendío entonces, que tal vez era su abuela tomando prestado el cuerpo de aquél
insecto, para entonces
sentirle más real.
Entendía que de alguna manera estarían juntos para siempre, como lo habían pometido desde un principio. Para no saber necesitarle,
porque siempre siempre estaría ahí.

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